El objetivo principal que debemos perseguir como profesores y profesoras de ciencias es lograr que nuestro alumnado sea competente en lo que a este ámbito se refiere, es decir, que sea capaz de actuar e involucrarse reflexiva y eficazmente ante situaciones diversas, complejas e imprevisibles relacionadas con la ciencia y sus ideas, para lo que tiene que ser capaz de fundamentar sus respuestas en el conocimiento científico previamente adquirido, así como en una serie de valores.
Es decir, un alumnado científicamente competente tiene que ser capaz de explicar fenómenos científicamente; reconocer, ofrecer y evaluar explicaciones para un amplio espectro de fenómenos naturales y tecnológicos; evaluar, diseñar y describir investigaciones científicas, así como proponer métodos para abordar científicamente su respuesta, e interpretar, analizar y evaluar datos, afirmaciones y argumentos de diversa naturaleza científica, estableciendo conclusiones adecuadas.
Por tanto, cabe añadir que esto no se basa únicamente en repetir una serie de conocimientos previamente adquiridos, sino en saber emplearlos y ponerlos en práctica para actuar de manera adecuada ante diversas situaciones respondiendo a las necesidades que éstas proponen y teniendo en cuenta las temáticas transversales asociadas.
Partiendo de esta idea, las pruebas PISA han tratado de enfocar su evaluación en lo que a cuestiones científicas se refiere partiendo de la capacidad del alumnado para desenvolverse ante distintas situaciones que requieren una serie de destrezas y habilidades basadas en conocimientos científicos así como en la capacidad del alumnado para trabajar de forma colaborativa y ser capaz de comunicar sus teorías y resultados. Esto supone enseñar al alumnado a plantearse preguntas, así como emplear una forma de trabajo basada en el establecimiento de modelos científicos.
Para enseñar ciencias se debe perseguir la adquisición de una buena competencia científica, para lo cual resulta fundamental partir de tres factores: aprender a emocionarse, a mirar el mundo con otros ojos y a imaginar y representar aquello que imaginamos con distintos lenguajes y evaluar. En muchas situaciones se hace ver el aprendizaje de las ciencias como algo inflexible, basado en el estudio objetivo de distintos hechos y teorías, cuando en realidad la construcción de este conocimiento requiere en gran medida, imaginación.
Un aspecto fundamental en la enseñanza de las ciencias consiste en enseñar al alumnado a plantearse preguntas a partir de los diferentes fenómenos observables. Estas preguntas son absolutamente libres, y al tiempo que requieren conocimiento científico, crean ciencia, por tanto, tenemos que conseguir que nuestro alumnado reflexione y adquiera soltura para plantearse distintas cuestiones a partir de los fenómenos científicos observables, ya que ahí reside la base del conocimiento científico.
Las respuestas a las preguntas que genera el alumnado dan lugar al establecimiento de modelos, entendidos como la generalización de una serie de regularidades que nos posibilitan hacer predicciones. Los niños y niñas pueden perfectamente establecer un modelo en base a las regularidades observadas en lo que a un fenómeno previamente analizado se refiere. Las primeras leyes son enunciadas con dibujos y palabras, y más adelante, éstas podrán ser traducidas al lenguaje algebraico, dando lugar a las fórmulas trabajadas en niveles superiores, que realmente son la representación de la regularidad de un modelo.
Los modelos parten de las ideas de los niños y niñas así como de las investigaciones de las situaciones del entorno, y ponen en juego conocimientos transversales, de forma que un modelo bien aprendido, además de no olvidarse, sirve para continuar pensando y dar lugar a nuevas teorías y a nuevo conocimiento científico, por tanto, en mi opinión, la enseñanza de las ciencias debe estar ligada a los modelos, ya que, entre otras cosas, fomentan el aprendizaje significativo de las ciencias.
Por último, cabe destacar que la relación entre esta forma de enseñar ciencia y el currículum reside en la innovación de técnicas que garanticen la adquisición de los conocimientos científicos y el desarrollo de la competencia científica del alumnado en base a la experimentación, destacando para ello el trabajo a través de proyectos mediante los cuales el alumnado logre aprender, comunicar y evaluar ciencia partiendo de sus experiencias e ideas previas.
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