Ayer, 9 de abril, visitamos el Valle Salado de Añana, uno de los lugares de mayor importancia en lo que se refiere a la producción de sal, candidato a haber sido Patrimonio de la Humanidad. Durante esta salida, aprendimos diversas cosas sobre el proceso de producción de la sal, así como sobre la historia de este lugar.
Durante el Triásico, cuando todos los continentes se encontraban unidos en uno solo llamado Pangea, el Valle Salado de Añana se encontraba sumergido en el océano, y la posterior evaporación de sus aguas provocó la deposición de grandes capas de evaporitas en su fondo que posteriormente se cubrieron por otros estratos.
La razón por la cual en el Valle Salado de Añana podemos encontrar sal se debe a un fenómeno geológico denominado Diapiro, que consiste en la ascensión a la superficie de la Tierra de diversos materiales más antiguos, la cual se debe a la menor densidad de estos materiales frente a los que estaban depositándose sobre ellos. Este proceso comenzó hace unos 220 millones de años y todavía, a día de hoy, se encuentra activo.
El agua que precipita sobre el diapiro comienza atravesando los estratos superiores de roca y posteriormente, las capas de sal, aflorando en la superficie en forma de manantiales o surgencias hipersalinas. Los manantiales de Añana cuentan con un caudal medio de unos 2 litros por segundo, con una concentración salina en torno a 210 gramos por litro.
Para distribuir la salmuera por los diferentes pozos, Añana cuenta con un excepcional sistema hídrico construido en madera. Los manantiales de salmuera -agua salada con unos 210 gramos de sal por litro- se sitúan en el extremo sur del valle y consta de un sistema de canales que distribuye la salmuera por gravedad por toda la explotación salinera.
Los salineros de Añana idearon un sistema de distribución de canales de más de 4 kilómetros construidos con troncos de madera vaciados con salidas en los diferentes pozos. Así, Siguiendo un estricto horario, los salineros interrumpían el curso del agua salada de los canales principales de distribución con arcilla y durante el tiempo que les correspondía dirigían el caudal hacia sus pozos y eras.
Respecto a la producción de sal, cabe destacar que su época de elaboración varía cada año en función de las condiciones meteorológicas. Comienza generalmente en mayo y termina en septiembre, ya que a partir de este mes las noches retrasan el proceso de evaporación y las continuas lluvias estropean la escasa sal que se obtiene.
Durante el resto de los meses los salineros realizan trabajos de recuperación y mantenimiento de las salinas de cara a la temporada de producción. En el módulo de envasado, las envasadoras trabajan todo el año para limpiar, envasar y etiquetar la sal.
El proceso de producción de sal consta de varios pasos:
1.- LLENADO DE LAS ERAS
Consiste en verter sobre las plataformas horizontales entre dos y cuatro centímetros de salmuera para exponerla al sol y al viento. Esta acción de llenado se efectúa de diversos modos atendiendo a las características particulares de los pozos de almacenamiento existentes en cada una de las granjas. Entre ellos destaca un artilugio semejante a una grúa denominado "trabuquete".
2.- CRISTALIZACIÓN
Durante las siguientes cuatro horas se produce la cristalización de la sal. Comienza cuando sobre la muera depositada en las eras se crea una fina tela que cubre toda la superficie. Con el tiempo, la tela se rompe en partes más pequeñas llamadas flores de sal. Si los salineros buscan flor de sal proceden a recogerla de la superficie de las eras con unas herramientas específicas que evitan que se rompan las escamas. Sin embargo, si lo que quieren obtener es sal mineral, proceden a remover la flor de sal para tirarla al fondo de la era y lograr que toda la salmuera cuaje de manera uniforme.
3.- RIEGO
Consiste en acelerar la cristalización revolviendo de nuevo la salmuera con el rodillo. En aquellas eras donde por irregularidades en la superficie se hayan quedado zonas secas, se añade salmuera precalentada mediante el riego para evitar cortar el proceso de evaporación. Para ello se utiliza una herramienta conocida como regadera, consistente en un cuenco sujeto con un mango largo de madera, y los calentadores, pequeños pozos donde se calienta la salmuera más rápidamente.
4.- RECOGIDA DE LA SAL
Al contrario de lo que pueda pensarse, el producto no se recolecta cuando se ha evaporado completamente la salmuera, sino que se recoge cuando queda todavía algo de agua en la era. Con ello, los salineros consiguen que la sal se someta a un último lavado. La recogida se hace formando uno o dos montones de sal en el centro de las eras. Después se introduce en cestos de madera de castaño, donde se deja un corto período de tiempo para que escurra el líquido sobrante.
5.- ALMACENAJE
La sal, una vez escurrida en el cesto, se introduce en los almacenes de las granjas. Estos espacios se sitúan principalmente bajo las eras, en cuya superficie hay unos pequeños huecos denominados boqueras por los que se vierte la sal.
6.- ENVASADO
En octubre la sal de los almacenes del Valle Salado se traslada a otros almacenes, operación que se conoce como "entroje". En el módulo de envasado se limpia de pequeñas impurezas, se envasa y se etiqueta.
Respecto a mi formación como futura docente, cabe destacar que considero que la salida me ha resultado interesante y que podría llegar a realizar con mis futuros alumnos y alumnas en un futuro, ya que se trata de un lugar en el que los niños y niñas pueden conocer de manera directa el proceso por el cual se crea un producto tan habitual como lo es la sal, de manera que, al tratarse de una realidad tan cercana para ellos, creo que conocer este proceso puede resultar interesante para su aprendizaje.
No obstante, como se puede observar en su página web, este lugar cuenta con programas didácticos dirigidos tanto a los alumnos y alumnas como al profesorado, por lo que me hubiese resultado aún más enriquecedor que a lo largo de la visita nos hubiesen presentado este tipo de recursos, así como la adaptación de la visita a los estudiantes de Educación Primaria y su valor didáctico.
En lo que se refiere a la cata de sal, me ha resultado interesante, pues me ha permitido percatarme de algunos aspectos que de otra manera nunca me hubiese planteado, como el hecho de que diferentes tipos de sal pueden salar más o menos. Además, creo que al ser una actividad que implica varios sentidos, puede resultar muy interesante para poner en práctica en un aula.
“La ciencia es una forma de pensar, mucho más que una serie de conocimientos.” Carl Sagan
sábado, 8 de abril de 2017
Reflexión sobre la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias
El objetivo principal que debemos perseguir como profesores y profesoras de ciencias es lograr que nuestro alumnado sea competente en lo que a este ámbito se refiere, es decir, que sea capaz de actuar e involucrarse reflexiva y eficazmente ante situaciones diversas, complejas e imprevisibles relacionadas con la ciencia y sus ideas, para lo que tiene que ser capaz de fundamentar sus respuestas en el conocimiento científico previamente adquirido, así como en una serie de valores.
Es decir, un alumnado científicamente competente tiene que ser capaz de explicar fenómenos científicamente; reconocer, ofrecer y evaluar explicaciones para un amplio espectro de fenómenos naturales y tecnológicos; evaluar, diseñar y describir investigaciones científicas, así como proponer métodos para abordar científicamente su respuesta, e interpretar, analizar y evaluar datos, afirmaciones y argumentos de diversa naturaleza científica, estableciendo conclusiones adecuadas.
Por tanto, cabe añadir que esto no se basa únicamente en repetir una serie de conocimientos previamente adquiridos, sino en saber emplearlos y ponerlos en práctica para actuar de manera adecuada ante diversas situaciones respondiendo a las necesidades que éstas proponen y teniendo en cuenta las temáticas transversales asociadas.
Partiendo de esta idea, las pruebas PISA han tratado de enfocar su evaluación en lo que a cuestiones científicas se refiere partiendo de la capacidad del alumnado para desenvolverse ante distintas situaciones que requieren una serie de destrezas y habilidades basadas en conocimientos científicos así como en la capacidad del alumnado para trabajar de forma colaborativa y ser capaz de comunicar sus teorías y resultados. Esto supone enseñar al alumnado a plantearse preguntas, así como emplear una forma de trabajo basada en el establecimiento de modelos científicos.
Para enseñar ciencias se debe perseguir la adquisición de una buena competencia científica, para lo cual resulta fundamental partir de tres factores: aprender a emocionarse, a mirar el mundo con otros ojos y a imaginar y representar aquello que imaginamos con distintos lenguajes y evaluar. En muchas situaciones se hace ver el aprendizaje de las ciencias como algo inflexible, basado en el estudio objetivo de distintos hechos y teorías, cuando en realidad la construcción de este conocimiento requiere en gran medida, imaginación.
Un aspecto fundamental en la enseñanza de las ciencias consiste en enseñar al alumnado a plantearse preguntas a partir de los diferentes fenómenos observables. Estas preguntas son absolutamente libres, y al tiempo que requieren conocimiento científico, crean ciencia, por tanto, tenemos que conseguir que nuestro alumnado reflexione y adquiera soltura para plantearse distintas cuestiones a partir de los fenómenos científicos observables, ya que ahí reside la base del conocimiento científico.
Las respuestas a las preguntas que genera el alumnado dan lugar al establecimiento de modelos, entendidos como la generalización de una serie de regularidades que nos posibilitan hacer predicciones. Los niños y niñas pueden perfectamente establecer un modelo en base a las regularidades observadas en lo que a un fenómeno previamente analizado se refiere. Las primeras leyes son enunciadas con dibujos y palabras, y más adelante, éstas podrán ser traducidas al lenguaje algebraico, dando lugar a las fórmulas trabajadas en niveles superiores, que realmente son la representación de la regularidad de un modelo.
Los modelos parten de las ideas de los niños y niñas así como de las investigaciones de las situaciones del entorno, y ponen en juego conocimientos transversales, de forma que un modelo bien aprendido, además de no olvidarse, sirve para continuar pensando y dar lugar a nuevas teorías y a nuevo conocimiento científico, por tanto, en mi opinión, la enseñanza de las ciencias debe estar ligada a los modelos, ya que, entre otras cosas, fomentan el aprendizaje significativo de las ciencias.
Por último, cabe destacar que la relación entre esta forma de enseñar ciencia y el currículum reside en la innovación de técnicas que garanticen la adquisición de los conocimientos científicos y el desarrollo de la competencia científica del alumnado en base a la experimentación, destacando para ello el trabajo a través de proyectos mediante los cuales el alumnado logre aprender, comunicar y evaluar ciencia partiendo de sus experiencias e ideas previas.
Es decir, un alumnado científicamente competente tiene que ser capaz de explicar fenómenos científicamente; reconocer, ofrecer y evaluar explicaciones para un amplio espectro de fenómenos naturales y tecnológicos; evaluar, diseñar y describir investigaciones científicas, así como proponer métodos para abordar científicamente su respuesta, e interpretar, analizar y evaluar datos, afirmaciones y argumentos de diversa naturaleza científica, estableciendo conclusiones adecuadas.
Por tanto, cabe añadir que esto no se basa únicamente en repetir una serie de conocimientos previamente adquiridos, sino en saber emplearlos y ponerlos en práctica para actuar de manera adecuada ante diversas situaciones respondiendo a las necesidades que éstas proponen y teniendo en cuenta las temáticas transversales asociadas.
Partiendo de esta idea, las pruebas PISA han tratado de enfocar su evaluación en lo que a cuestiones científicas se refiere partiendo de la capacidad del alumnado para desenvolverse ante distintas situaciones que requieren una serie de destrezas y habilidades basadas en conocimientos científicos así como en la capacidad del alumnado para trabajar de forma colaborativa y ser capaz de comunicar sus teorías y resultados. Esto supone enseñar al alumnado a plantearse preguntas, así como emplear una forma de trabajo basada en el establecimiento de modelos científicos.
Para enseñar ciencias se debe perseguir la adquisición de una buena competencia científica, para lo cual resulta fundamental partir de tres factores: aprender a emocionarse, a mirar el mundo con otros ojos y a imaginar y representar aquello que imaginamos con distintos lenguajes y evaluar. En muchas situaciones se hace ver el aprendizaje de las ciencias como algo inflexible, basado en el estudio objetivo de distintos hechos y teorías, cuando en realidad la construcción de este conocimiento requiere en gran medida, imaginación.
Un aspecto fundamental en la enseñanza de las ciencias consiste en enseñar al alumnado a plantearse preguntas a partir de los diferentes fenómenos observables. Estas preguntas son absolutamente libres, y al tiempo que requieren conocimiento científico, crean ciencia, por tanto, tenemos que conseguir que nuestro alumnado reflexione y adquiera soltura para plantearse distintas cuestiones a partir de los fenómenos científicos observables, ya que ahí reside la base del conocimiento científico.
Las respuestas a las preguntas que genera el alumnado dan lugar al establecimiento de modelos, entendidos como la generalización de una serie de regularidades que nos posibilitan hacer predicciones. Los niños y niñas pueden perfectamente establecer un modelo en base a las regularidades observadas en lo que a un fenómeno previamente analizado se refiere. Las primeras leyes son enunciadas con dibujos y palabras, y más adelante, éstas podrán ser traducidas al lenguaje algebraico, dando lugar a las fórmulas trabajadas en niveles superiores, que realmente son la representación de la regularidad de un modelo.
Los modelos parten de las ideas de los niños y niñas así como de las investigaciones de las situaciones del entorno, y ponen en juego conocimientos transversales, de forma que un modelo bien aprendido, además de no olvidarse, sirve para continuar pensando y dar lugar a nuevas teorías y a nuevo conocimiento científico, por tanto, en mi opinión, la enseñanza de las ciencias debe estar ligada a los modelos, ya que, entre otras cosas, fomentan el aprendizaje significativo de las ciencias.
Por último, cabe destacar que la relación entre esta forma de enseñar ciencia y el currículum reside en la innovación de técnicas que garanticen la adquisición de los conocimientos científicos y el desarrollo de la competencia científica del alumnado en base a la experimentación, destacando para ello el trabajo a través de proyectos mediante los cuales el alumnado logre aprender, comunicar y evaluar ciencia partiendo de sus experiencias e ideas previas.
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